Son muchas las personas que se extrañan
cuando digo abiertamente que soy bisexual, porque dicen que parezco lesbiana. La
verdad que no entiendo muy bien lo de ligar la expresión de género con la
orientación sexual. Desde que tengo conciencia he tenido que
escuchar comentarios como “las personas bisexuales son unas viciosas”, “les
gusta to’”, “no saben lo que quieren, están confundidxs”... Y yo, ahora, me
pregunto: ¿qué hay de extraño en que me gusten las personas?
Desde pequeña he recibido comentarios
como “marimacho”, “no te cortes tanto el pelo”, “¿y por qué no te pones un
vestido?“, “pareces un chico”, bueno, sería imposible enumerar las veces que me
han confundido con un chico, que, por cierto, muchos años llevé esa mochila de
no sentirme visible siendo quien yo era.
También he transitado por las preguntas
navideñas de ¿y los novios cómo los llevas? y debido a la invisibilización de mi
orientación sexual, que aunque la sabían, nunca jamás me han preguntado acerca
de ella, al revés, han intentado obviar ese tema por la incomodidad que les
suponía. Incómodo es no poder expresarme libremente.
Al “parecer” lesbiana, he
sufrido toda mi vida la discriminación y rechazo, explícita e implícita, por
pertenecer al colectivo. De manera explícita, por las largas y castigadoras
miradas de la gente, en la mayoría de lugares, simplemente porque mi expresión
de género sobrepasa los límites de la heteronormatividad. Por darme un abrazo
con una amiga, y tener que escuchar a gritos “¡¡¡¡¡¡lesbianas de mierda!!!!!!”.
Por escuchar desde bien pequeña frases, hacia padres y madres de personas del
colectivo, como “si te ha salido así que le vas a hacer, nadie quiere, pero es
lo que toca”. Por no hacer todavía 50 años desde que la homosexualidad era
considerada una enfermedad mental.
Y de manera implícita, por todas las
personas a las que le gustaría que fuese de otra forma diferente a la que soy.
Por el miedo a ir por la calle con mi novia o con amigas del colectivo LGTBI+,
incluso sin darnos muestras de cariño, simplemente por existir. Miedo a que nos
agredan física o verbalmente. Miedo al rechazo, a que los padres y madres de
mis amigxs no me traten igual por conocer mi orientación sexual. A que no me
contraten en un trabajo por este mismo motivo. Miedo a que me aparten. Unos
miedos que tienen sentido por haber vivido, a lo largo de mi vida, la
discriminación debido a mi orientación sexual, y que han ido asentándose en mi,
día tras día, en mi autoestima, en mi autoconcepto, en mi autoconfianza, y, como cabe esperar, no
de manera positiva.
Bajo mi punto de vista, está totalmente invisibilizada la
discriminación que sufrimos las personas del colectivo, simplemente por el
hecho de pertenecer a él. Además, no creo que haya conciencia sobre la gravedad
del daño que produce la discriminación y el rechazo en nuestra salud mental.
Y aunque muchas personas siguen haciendo
comentarios como “si ya habéis conseguido todo, no sé de qué os quejáis”, yo
hago un llamamiento desde aquí a seguir luchando por los derechos y la igualdad
del colectivo LGTBI+. Por que se tomen medidas, desde los altos cargos, para
erradicar la violencia, en todos sus tipos y que visibilice la realidad de la
discriminación que, queramos o no, tenemos que tolerar.
Por último, me gustaría agradecer a las
personas que luchan cada día visibilizando la diversidad de las personas y que con su existencia hacen que otras
personas nos sintamos comprendidas, apoyadas y con más fuerza para seguir en
esta lucha diaria.
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