domingo, 17 de mayo de 2020

Vivir siendo LGTBI+



Son muchas las personas que se extrañan cuando digo abiertamente que soy bisexual, porque dicen que parezco lesbiana. La verdad que no entiendo muy bien lo de ligar la expresión de género con la orientación sexual. Desde que tengo conciencia he tenido que escuchar comentarios como “las personas bisexuales son unas viciosas”, “les gusta to’”, “no saben lo que quieren, están confundidxs”... Y yo, ahora, me pregunto: ¿qué hay de extraño en que me gusten las personas?

Desde pequeña he recibido comentarios como “marimacho”, “no te cortes tanto el pelo”, “¿y por qué no te pones un vestido?“, “pareces un chico”, bueno, sería imposible enumerar las veces que me han confundido con un chico, que, por cierto, muchos años llevé esa mochila de no sentirme visible siendo quien yo era.
También he transitado por las preguntas navideñas de ¿y los novios cómo los llevas? y debido a la invisibilización de mi orientación sexual, que aunque la sabían, nunca jamás me han preguntado acerca de ella, al revés, han intentado obviar ese tema por la incomodidad que les suponía. Incómodo es no poder expresarme libremente.

Al “parecer” lesbiana, he sufrido toda mi vida la discriminación y rechazo, explícita e implícita, por pertenecer al colectivo. De manera explícita, por las largas y castigadoras miradas de la gente, en la mayoría de lugares, simplemente porque mi expresión de género sobrepasa los límites de la heteronormatividad. Por darme un abrazo con una amiga, y tener que escuchar a gritos “¡¡¡¡¡¡lesbianas de mierda!!!!!!”. Por escuchar desde bien pequeña frases, hacia padres y madres de personas del colectivo, como “si te ha salido así que le vas a hacer, nadie quiere, pero es lo que toca”. Por no hacer todavía 50 años desde que la homosexualidad era considerada una enfermedad mental. 

Y de manera implícita, por todas las personas a las que le gustaría que fuese de otra forma diferente a la que soy. Por el miedo a ir por la calle con mi novia o con amigas del colectivo LGTBI+, incluso sin darnos muestras de cariño, simplemente por existir. Miedo a que nos agredan física o verbalmente. Miedo al rechazo, a que los padres y madres de mis amigxs no me traten igual por conocer mi orientación sexual. A que no me contraten en un trabajo por este mismo motivo. Miedo a que me aparten. Unos miedos que tienen sentido por haber vivido, a lo largo de mi vida, la discriminación debido a mi orientación sexual, y que han ido asentándose en mi, día tras día, en mi autoestima, en mi autoconcepto,  en mi autoconfianza, y, como cabe esperar, no de manera positiva.
Bajo mi punto de vista,  está totalmente invisibilizada la discriminación que sufrimos las personas del colectivo, simplemente por el hecho de pertenecer a él. Además, no creo que haya conciencia sobre la gravedad del daño que produce la discriminación y el rechazo en nuestra salud mental.

Y aunque muchas personas siguen haciendo comentarios como “si ya habéis conseguido todo, no sé de qué os quejáis”, yo hago un llamamiento desde aquí a seguir luchando por los derechos y la igualdad del colectivo LGTBI+. Por que se tomen medidas, desde los altos cargos, para erradicar la violencia, en todos sus tipos y que visibilice la realidad de la discriminación que, queramos o no, tenemos que tolerar.
Por último, me gustaría agradecer a las personas que luchan cada día visibilizando la diversidad de las personas  y que con su existencia hacen que otras personas nos sintamos comprendidas, apoyadas y con más fuerza para seguir en esta lucha diaria.

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