Hubo una época en la que ser friki era motivo de burlas y escarnio,
algo similar a lo que sucede todavía con el colectivo LGTBI+. Ser parte de la
otredad, de lo ajeno, de lo incomprensible es algo que nos suena demasiado,
¿verdad? Sin embargo, muches de nosotres nos hemos encontrado en esos lugares
ocultos y apartados de lo considerado ‘normal’ o mainstream, como si de una sociedad secreta se tratase.
Es precisamente en lo friki, lo poco popular y comercial de la
cultura y de las artes donde hemos hallado no solo un refugio al que acudir
para evadirnos de nuestra realidad, sino un espejo en el que vernos reflejades,
donde disfrutar de narrativas que sí nos representaban. Por supuesto, son las
obras que hace años se consideraban raras y de frikis las que nos han dado nuestras primeras Willows y Taras o
nuestros primeros Zabuza y Haku; en definitiva, nuestras primeras voces en el
mundo audiovisual.
Es también en este ámbito donde
muches de nosotres hemos forjado amistades y lazos con otras personas que no
solo comparten nuestra afición, sino además nuestra pertenencia al colectivo
LGTBI+. Es en lo friki donde nos
hemos dado cuenta de la
importancia de la representación positiva, donde hemos obtenido el
valor para salir de nuestros armarios, donde hemos
dicho basta cuando en la ficción nos trataban como a personajes sin importancia
de los que deshacerse con una muerte trágica e innecesaria.
Hoy es el Día del Orgullo Friki,
un día en el que también celebramos no pertenecer a esa normalidad que nos
encorseta y no nos otorga esa libertad tan ansiada. Celebramos que en nuestras
diferencias está nuestra riqueza y que lo que una vez fue un refugio secreto
para muches, hoy es motivo de honra, igual que cada día llevamos con más y más
orgullo nuestra bandera arcoíris y nuestras siglas.
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